Inclusión: Las preguntas de los primeros pasos
Quienes llevamos un tiempo trabajando en educación y en proyectos de innovación social lo sabemos: en la última década, hay una lista de chequeo, una “cuota” que hay que cumplir respecto a la inclusión para parecer organizaciones políticamente correctas e innovadoras. Casi se han vuelto eslóganes de ventas frases como: “En nuestra organización, llevamos la educación a donde nadie más la lleva”; “Nuestro equipo está conformado con igualdad de hombres y mujeres”; “Rodrigo recibió un computador para tomar sus clases desde su silla de ruedas”. Suenan como frases muy emocionantes para empezar la fiesta de la inclusión.

Pero lo difícil de toda fiesta es levantarse al día siguiente. Cuando se nos acaban las frases bonitas y los “5 tips para la inclusión”, vemos que buscar que nuestras intervenciones, nuestras organizaciones y hasta nuestras propias vidas sean inclusivas es un gran reto, uno que nos hace cuestionar nuestra cotidianidad y nuestras creencias profundamente; un reto que implica mucho trabajo, tiempo y recursos. ¿Vale la pena?
Dentro de la teoría de cambio de Coschool, creemos en el Aprendizaje Socioemocional como una forma para contribuir al cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Entre ellos, los objetivos relacionados con el fin de la pobreza (ODS 1) y la reducción de las desigualdades sociales (ODS 10) tienen todo que ver con la inclusión: la relación entre pobreza y discapacidad, géneros femenino y no binarios, algunas etnias y desplazamiento es más que conocida globalmente. Tampoco es un secreto que suelen ser estos los grupos sociales con menor acceso a derechos fundamentales.
Buscar una sociedad más justa y equitativa es una tarea global, pero es una tarea difícil. Entre más nos acercamos al mundo de la inclusión, más parece que las oportunidades de cambio son infinitas. Pero, si nos tomamos la tarea en serio, por algún lado debemos empezar. En este artículo queremos contarte por dónde empezamos en Coschool y lo que hemos aprendido en el camino, además de la relación directa de estos aprendizajes con habilidades socioemocionales.
1. Sentir:
En la implementación de nuestros programas, en ocasiones, han asistido personas en condición de discapacidad. Nuestro cuestionamiento empezó al tomar conciencia de que no sabemos cómo interactuar con estas personas en las sesiones y atender necesidades diferenciadas, especialmente en la virtualidad, donde no se facilita tener espacios individuales con las y los estudiantes.
Así que aquí está el primer paso: reconocer y apreciar los límites de nuestro conocimiento y capacidades. En Coschool llamamos a esta habilidad humildad intelectual. ¡No teníamos ni idea! Y ser capaces de reconocer esto nos abre el horizonte infinito de posibilidades para empezar a aprender. Y sabemos bien, desde nuestro trabajo en habilidades socioemocionales, que ningún aprendizaje significativo se da si no comienza por nuestras emociones.
Así que, nuestro segundo paso, fue intentar sentir un poco de su experiencia. ¿Qué implicaciones tiene asistir a una sesión virtual si no puedes ver u oír? ¿Cómo cambiaría tu vida si no tuvieras piernas? ¿Cuál sería el impacto de una discapacidad en tu desarrollo laboral y económico? Nuestro equipo se reunió con personas en condición de discapacidad, quienes compartieron un poco de estas preguntas y nos ayudaron a desarrollar un poco nuestra empatía hacia la situación, esa habilidad para sentir y entender lo que la otra persona siente.
Esta conexión emocional es poderosa y nos ayuda a dimensionar un poco mejor la situación. Sin embargo, nos hizo volver al punto de partida y reconocer que faltaba mucho por aprender. Algunas preguntas que surgieron en el equipo fueron:

¿Cuántos y cuáles tipos de discapacidad existen?
¿Qué tan grande es el mapa de la discapacidad y las acciones que debemos tomar?
¿Qué, sí o sí, debería saber un educador sobre el tema para mejorar su práctica pedagógica?
¿Qué lenguaje usar o tener en cuenta alrededor del concepto de discapacidad? es decir ¿Cómo comunicarse con el otro usando un lenguaje que no victimice, jerarquice o genere daño u incomodidad?
2. Pensar
Parte de reconocer nuestros límites tiene que ver con saber que no tenemos todas las respuestas. Sin embargo, el conocimiento sobre la inclusión está en construcción a nivel global y hay muchas personas con mayor conocimiento y experiencia en el tema. Nuestro tercer paso tuvo que ver con la habilidad de la toma de perspectiva: entender la situación desde múltiples puntos de vista.
Invitamos a expertas en el tema de inclusión a responder, junto con el equipo, las preguntas planteadas. Aprendimos sobre la clasificación de las discapacidades, el Diseño Universal de Aprendizaje y cómo el lenguaje, en realidad, debe ser el mismo que usamos con cualquier persona. Aprendimos que, al final, con o sin discapacidades, todas y todos tenemos necesidades de aprendizajes distintas, que normalmente no se atienden, y que la educación inclusiva busca responder a esa diversidad.
Seguimos teniendo mucho que aprender sobre el tema, pero ya está sobre la mesa, y tenemos algunos puntos sobre los cuales avanzar. Pero, la pregunta que muchas personas se hacen sobre la inclusión es: ¿Cómo decidir cuál es el siguiente paso?
3. Actuar
La inclusión es una categoría que abarca mucho más que la discapacidad. Todos los grupos sociales históricamente excluidos caben en ella: identidades de género, diversidad, etnias, discapacidad, desplazamiento forzado… Nuestra región de Latinoamérica, en su diversidad, es al mismo tiempo un territorio complejo con muchos grupos tradicionalmente excluidos.
Pero a la hora de tomar acciones surgen muchas preguntas: ¿Por dónde empezar? ¿Hay algún grupo más prioritario que otro? ¿Cuáles son las capacidades de mi organización y de mi equipo para generar estas acciones inclusivas? ¿Cómo damos los siguientes pasos?
Nuestro cuarto paso tiene que ver con un ejercicio de priorización, en el que estamos avanzando actualmente: ¿Con qué grupos queremos o es más importante trabajar primero? ¿Cuál es la pertinencia de la inclusión a uno u otro grupo frente a la labor de nuestra organización? Y esta puede ser una de las más importantes: ¿Cómo se alinea la inclusión con nuestro propósito? Aunque son preguntas difíciles de responder, son las preguntas necesarias para iniciar un camino de inclusión con sentido y no por “cumplir la cuota”, como lo hablábamos al inicio. Es, además, el camino pavimentado por nuestra última habilidad de este texto: la toma de decisiones, con la cual podemos evaluar las opciones y consecuencias de las decisiones, teniendo en cuenta el bienestar individual y colectivo.
4. Reflexionar
Por supuesto, no podemos negar que este camino aún nos deja más preguntas que respuestas. En Coschool creemos fuertemente en el valor de estas preguntas y queremos recorrerlas con curiosidad y valentía. Seguimos cuestionándonos sobre nuestro rol en la construcción de una sociedad más justa e inclusiva y cuáles son las acciones necesarias para lograrlo.
En Edumoción, nuestra plataforma virtual de aprendizaje, queremos generar experiencias de aprendizaje que aporten a la construcción de la sociedad que soñamos: donde todas las personas tengan el mismo derecho para sentir, crecer con otros y aprender.
Si quedaste con tu cabeza rondando en algunos otros pasos que podrías implementar con tu organización, además de los mencionados, estos son algunos que hemos identificado en nuestro proceso de aprendizaje:
Integrar a los grupos que se busca incluir en las instancias de toma de decisiones
Crear contenidos y experiencias de aprendizaje utilizando el Diseño Universal de Aprendizaje.
Organizar la casa: revisar las políticas de inclusión dentro de la propia organización (como siempre, el valor de mirarse hacia adentro antes que hacia afuera).